8 de Julio de 2014: el día que Brasil se vio humillado en su propia casa
Hace un año atrás se disputaba la primer Semifinal de la Copa del Mundo que se llevó a cabo en Brasil. Los protagonistas de dicho partido fueron el dueño de casa y Alemania, que si bien era el seleccionado que hasta ese momento era la de mejor juego y rendimiento regular, no se había mostrado en su gran nivel. 
El cotejo se disputó en la ciudad de Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais, teniendo lugar en el renovado y moderno Mineirao. Días atrás, en ese mismo estadio, el corazón de mas de 50.000 espectadores brasileros había estado a punto de estallar debido al disparo de Mauricio Pinilla, futbolista chileno, que impactó duramente contra el travesaño del arco que defendía Julio César en la última jugada de los 120 minutos que habían protagonizado Brasil y Chile en la igualdad 1-1 de los Octavos de Final. Pero la peor pesadilla para estos fanáticos aún estaba por llegar, y no se parecía absolutamente nada a esta acción trascendental, sino que los fantasmas se habían multiplicado por millones.
Con el arbitraje del mexicano Marco Rodríguez, el encuentro se puso en marcha. Los primeros 10' habían sido parejos, con una leve superioridad del local, pero en 180 segundos la historia del partido se revertiría rotundamente, la supremacía de los europeos pronto se haría sentir en el campo de juego. A los 13 minutos del primer tiempo, tras un tiro de esquina a favor del conjunto dirigido por Joachim Löw, Thomas Müller marcaba el primero de los tantos de lo que sería un verdadero y completo festín de goles de los germánicos. Pronto llegaría la mayor, más espeluznante, estrepitosa y lamentable película de terror para los anfitriones.
10 minutos más tarde llegaría el verdadero festival de los alemanes, donde en una ráfaga de 6 minutos (entre los 23' y 29' de juego) marcarían 4 veces en portería brasilera, con el doblete más rápido de la historia de los mundiales, concretado por el Mediocampista Central y Creativo Toni Kroos, en tan solo 70 segundos, subiendo meteóricamente el marcador antes del primer tercio del partido a un escandaloso 5-0, resultado con el que se irían a los vestuarios para afrontar los 15 minutos de descanso que le otorga el entretiempo.
Tras un pequeño intento de los brasileros por mostrar una leve mejoría, donde hicieron lucir al guardameta teutón Manuel Neuer, Alemania, a pesar de que había bajado el ritmo de su motor, siguió haciendo más tenebroso y espantoso el sueño de la Verdeamarelha, marcando en dos ocasiones más a través del delantero Andre Schürrle, quien venía de la banca, uno de ellos de forma magistral desde un lugar casi imposible, y hasta inclusive pudiendo anotar un octavo gol si no hubiera sido por el tanto increíble que desperdició Ozil de frente a la meta defendida pobremente por Julio César. Ni siquiera de consuelo sirvió el tanto del perdido honor de Oscar cerca del final del partido, ya que se recuerda como imagen del mismo el reto que Schweinsteiger le hizo a su compañero de equipo por la anotación desperdiciada momentos antes.
Brasil, una selección que se había caracterizada por su Jogo Bonito y pasarle el trapo a otros conjuntos otorgandole bailes memorables y palizas inolvidables gracias a su nivel futbolístico de alto vuelo, que fue tan añorado, aclamado y aplaudido en todo el mundo, recibía el golpe más duro de su historia, una lección de su propia medicina, la mayor humillación de toda su vida, en su propia casa, algo que quedará marcado para siempre en los archivos del balompié y será resaltado en la memoria de aquellos que vieron este suceso a lo largo del planeta Tierra, tan solo comparable con el famoso Maracanazo, también ocurrido en tierras de carnaval y samba, allá por 1950.
Dato a resaltar además: Miroslav Klose en este mismo encuentro se convirtió en el máximo goleador de todos los mundiales, superando justamente al brasilero Ronaldo, "O Fenómeno", llegando así a 16 goles.
Aquí un pequeño recuerdo de ese fatídico día para Brasil





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