Los sentimientos forman parte de algo que denomino "la democracia del alma humana". Son un conjunto de idiotas pretendiendo decidir cosas importantes por uno mismo. Prometen dar algo a cambio de nuestro esfuerzo pero lo que a final de cuentas entregan es desilusión, desesperanza e insanidad. Uno antes que nada doblega la voluntad ante la cara unánime del oligarca disfrazado de amor que sonríe con un martillo puntiagudo sostenido en ambas manos. ¿Cómo al verlo no nos asustamos? Supuse con experiencia ya acumulada en la joroba que llevo prendida a mi espalda, que somos sadomasoquistas sedientos de sufrimiento y hambrientos de falsas promesas.
Hay una condolencia en estas palabras revestidas de deslumbrante color púrpura, pero suena tan vacía en el mismo vacío que al concentrarme en escuchar su eco, solo oigo mi nombre que se recita con voz susurrante y quebrada en los recuerdos innombrables y las experiencias oscuras que brotan mezcladas con pus desde los poros de mi alma. Ha pasado un considerable tiempo desde aquella derrota y consiguiente ocupación por parte de mis vicios de la central que me gobierna, y puedo justificar que donde mis sentimientos trabajaban, ahora no queda rastro de nada. Ni siquiera hay un vacío al cual llenar. Podría describirlo fácilmente como un muro transparente cual cristal impenetrable que me bloquea cualquier tipo de interacción con la realidad.
¿Habrá algo del otro lado formándose? y de ser así ¿Debería preocuparme por lo que ocurrirá después?
Lo realmente agradable es que ya nada puede provocarme el deseo de tener algo, de sentir la plena posesión de algo, alguien, o propiamente de mí mismo. Creo que sentir la libertad se asemeja mucho a esto, a encontrar la neutralidad en el cuerpo y el alma capaz de separar todo lo que existe de todo lo que soy. El problema es que el mundo no se detendrá a contemplarme en este estado; el mundo se comportará como un completo hipócrita y no dudará en aniquilarme de 7 maneras diferentes. Además, es agradable sentir que estoy ligeramente más cerca de encontrarme cara a cara con el propósito de mi vida. "¿Qué debo realizar el resto de mis días?" Y estar más cerca puede ser una peligrosa evidencia de, quizá, alguna clase de trampa destinada a atraparme dentro de esa - aparente - libertad.
Soy enteramente consciente de los riesgos que estoy tomando en este momento, y de aquellos que tomaré mañana. Sé que el mundo sigue funcionando pero ya no puedo convencerme de la importancia que represento dentro de él. Tal vez la explicación lógica sea mi carencia de herramientas por las cuales pueda ser considerado "alguien en la comunidad mundial". ¿Mi existencia ya no es una fuerte herramienta?
Eventualmente mi dichosa sensación de "proximidad a la libertad" se difuminará y sólo quedarán los restos apenas perceptibles por la misma humanidad; por la misma existencia que existe a mi alrededor. No hay nada de lo que me arrepienta ahora, hoy, en este momento. Siento una fuerza arrolladora que aplasta todo el estrés que había acumulado, y que es altamente tóxica. Intoxica mis deseos de escribir cada vez más y con más realismo sin importar la falta de tiempo que mi vida posee; como si realmente nada más importara en el fondo abismal que comprende mi esencia. Y poder verlo con tanta tranquilidad hace que sonría mientras lo expreso; hace que quiera recostarme sobre un árbol mientras observo la Luna en su lento peregrinaje, el que nunca abandonará.
Dejo en este parafraseo que no es, el manifiesto de lo que sí es: El eternal evolutivo de una esencia rebelde que lentamente se hace con el control del mundo que existe en su interior.
Hay una condolencia en estas palabras revestidas de deslumbrante color púrpura, pero suena tan vacía en el mismo vacío que al concentrarme en escuchar su eco, solo oigo mi nombre que se recita con voz susurrante y quebrada en los recuerdos innombrables y las experiencias oscuras que brotan mezcladas con pus desde los poros de mi alma. Ha pasado un considerable tiempo desde aquella derrota y consiguiente ocupación por parte de mis vicios de la central que me gobierna, y puedo justificar que donde mis sentimientos trabajaban, ahora no queda rastro de nada. Ni siquiera hay un vacío al cual llenar. Podría describirlo fácilmente como un muro transparente cual cristal impenetrable que me bloquea cualquier tipo de interacción con la realidad.
¿Habrá algo del otro lado formándose? y de ser así ¿Debería preocuparme por lo que ocurrirá después?
Lo realmente agradable es que ya nada puede provocarme el deseo de tener algo, de sentir la plena posesión de algo, alguien, o propiamente de mí mismo. Creo que sentir la libertad se asemeja mucho a esto, a encontrar la neutralidad en el cuerpo y el alma capaz de separar todo lo que existe de todo lo que soy. El problema es que el mundo no se detendrá a contemplarme en este estado; el mundo se comportará como un completo hipócrita y no dudará en aniquilarme de 7 maneras diferentes. Además, es agradable sentir que estoy ligeramente más cerca de encontrarme cara a cara con el propósito de mi vida. "¿Qué debo realizar el resto de mis días?" Y estar más cerca puede ser una peligrosa evidencia de, quizá, alguna clase de trampa destinada a atraparme dentro de esa - aparente - libertad.
Soy enteramente consciente de los riesgos que estoy tomando en este momento, y de aquellos que tomaré mañana. Sé que el mundo sigue funcionando pero ya no puedo convencerme de la importancia que represento dentro de él. Tal vez la explicación lógica sea mi carencia de herramientas por las cuales pueda ser considerado "alguien en la comunidad mundial". ¿Mi existencia ya no es una fuerte herramienta?
Eventualmente mi dichosa sensación de "proximidad a la libertad" se difuminará y sólo quedarán los restos apenas perceptibles por la misma humanidad; por la misma existencia que existe a mi alrededor. No hay nada de lo que me arrepienta ahora, hoy, en este momento. Siento una fuerza arrolladora que aplasta todo el estrés que había acumulado, y que es altamente tóxica. Intoxica mis deseos de escribir cada vez más y con más realismo sin importar la falta de tiempo que mi vida posee; como si realmente nada más importara en el fondo abismal que comprende mi esencia. Y poder verlo con tanta tranquilidad hace que sonría mientras lo expreso; hace que quiera recostarme sobre un árbol mientras observo la Luna en su lento peregrinaje, el que nunca abandonará.
Dejo en este parafraseo que no es, el manifiesto de lo que sí es: El eternal evolutivo de una esencia rebelde que lentamente se hace con el control del mundo que existe en su interior.
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